POR LUIS ENCARNACION PIMENTEL.- Contrario al temor de algún pesimista de que en el debate de los principales candidatos presidenciales para las elecciones del próximo 19 de mayo ocurrieran roces o tratos ácidos entre los participantes, el primer aspecto positivo de ese ejercicio democrático fue la altura, el nivel de respeto y la cordialidad exhibidos por los protagonistas, todos con un buen desempeño.
El hecho de que el presidente y candidato Luis Abinader se expusiera en el primer escenario en el que sus planteamientos y cifras fueran rebatidos ante ojos y oídos del país, como en realidad ocurrió con las réplicas de los contendores Leonel Fernández y Abel Martinez, sin dudas que ayuda a crear las condiciones para que este tipo de debate de ideas y propuestas sea institucionalizado y tratado como algo que contribuye a conocer y a evaluar mejor a quienes habrán de representar y decidir por los electores.
El debate, que concitó una gran atención, no atraería votos y no sabemos que tanto podría influir sobre la llamada masa silente o los supuestos “indecisos”, pero lo cierto es que levantó muchos ánimos y despertó un gran entusiasmo con respecto a las presidenciales y congresuales de mayo venidero.
Y eso, sumado a los controles preventivos y la vigilancia que esta vez se espera de la JCE y de la Policía Electoral, habrá de ayudar a que no se repitan los vicios que indujeron a la “abstención” de febrero.
Futuro
Se aplaude la iniciativa de ANJE, pero a futuro el debate debe ser materia de la JCE, para que los intereses de un sector no pauten la agenda y los temas de todo y todos.
Por limitada o sesgada la agenda elaborada por empresarios, se puso énfasis en materia tributaria, pero se obviaron temas fundamentales, como el de la corrupción, el endeudamiento público y el desastre medioambiental existente, cuyos últimos detonantes son las Dunas de Baní y el río Tireo, en Constanza.
En fin: Abel -el factor sorpresa- demostró que no es “monotemático” y bateó todas las bolas. El joven Omar dio una lección y puso a lucir feo a Guillermo. Y a Marino Collante –capaz en finanzas y ducho en política– por un tema salud, no debió ser un candidato que solo reste votos a Demóstenes, y menos ir a debate. Dado el detonante, lo prudente es la renuncia y endosar al que va por la Alianza.