POR LUIS ENCARNACION PIMENTEL.- Como se propuso, el presidente Luis Abinader conquistó el triunfo en las urnas el pasado 19 de mayo, pero a partir de ahora quien debe ganar y por el que hay que trabajar es por el país, que es de todos.
Se ha dicho temprano que ahora, sin la pandemia, la crisis económica y otros factores adversos que heredó al asumir el gobierno en el 2020, sumado al control alcanzado a nivel del Congreso, ya no tendría excusas para no hacer las reformas y los cambios prometidos, pero dejados en el tintero debido a fuertes presiones sociales y otras circunstancias.
Cierto, pero como el gobernante reelecto tendría el “palpito” de que el manejo del poder es muy complejo, que requiere de suma prudencia, de equilibrio; de la búsqueda de consenso y de un contrapeso que hagan posible la gobernabilidad y la paz social, el hombre tendió un puente a la sociedad y a la oposición, a modo de promesa de que no serian excluidos de las discusiones y, de seguro, para que no le pongan piedras en el camino.
Hizo bien Abinader en pedir visitar a los principales contendores Leonel y Abel, que le llamaron y felicitaron desde el primer boletín de la JCE. Igualmente, empeñar su palabra ante el país de que no intentaría volver y que en una reforma constitucional “no permitiría que se cambie la forma de elegir al presidente”.
Reformas
Bien, hay reformas que hacer y muchas cosas que arreglar en el país, pero con grandes retos, desafíos y problemas que pudieran sobrevenir de fuera, Abinader tendría que hilar bien fino y tener gran tacto con el manejo de algunos temas, para evitar que la oposición y otros sectores sociales no se rieguen y le enciendan la pradera. Y esto porque el simple poder marea y aloca a mucha gente, pero el poder absoluto es capaz de cualquier disparate.
NOTA: Un ejemplo de lo que sería un gran desacierto y especie de palo acechado que provocaría discordia política muy temprano: Que, a la FP, que sacó tres senadores, la despojen de la segunda mayoría que le corresponde en el Senado, como hay aprestos, fabricando otra con un bloque de 5 miembros salidos de los aliados PRSC, PRI, APD, PLR y PPG, respectivamente.
Así, primera y segunda mayoría quedarían en manos oficiales que, al controlar el Consejo Nacional de la Magistratura, controlaría todos los poderes. Nada bueno ni democrático.