POR MARCOS SANTOS.- A diario vivimos, porque somos testigos presenciales, de un constante irrespeto a las normas establecidas para una convivencia armoniosa entre los miembros de una sociedad, que en teoría debe ser un espacio donde se pueda vivir tranquilo, pero en la práctica es todo lo contrario, un desorden mayúsculo.
Desde instancias del poder político y económico, solo se habla de asuntos meramente materiales, de la construcción de obras que contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida de la población, del crecimiento y estabilidad de la economía, de los servicios públicos y privados, en fin, de temas que se resuelven con dinero.
Ojo, no es que estemos en desacuerdo con eso, y más adelante explicaremos.
Nuestra juventud, se enfoca en los últimos modelos de teléfonos móviles, vehículos de alta gama, ropa de marca, bebidas caras, droga, sexo, y así por el estilo.
Lo material es importante, pero vivir y desarrollarse en un ambiente donde se irrespete todo, es para algunas personas simplemente traumático, y hasta doloroso.
De ahí, que muchas voces se levantan para que se inculquen valores éticos y morales en nuestra niñez y juventud, con la finalidad de construir un mejor país de cara al presente y futuro inmediato.
Para muchos el bienestar económico y el apego a las buenas costumbres, va de la mano, y cada cosa tiene mucha importancia.
Para muchos otros, lo material supera todo.
De ahí parte el tema de que eres considerado “gente” si tienes algo material, de lo contrario eres un individuo despreciable.
Pero más allá del tema estrictamente material, son pocos los que se preocupan por ser mejores personas, adquirir o mejorar buenos modales, tratar de ser amables con los demás, tener sentido común, y un largo etcétera.
Esas son algunas de las causas por la que tenemos un clase política, con honrosas excepciones, que deja muchísimo que desear.
“Líderes”, que logran momentáneamente el apoyo de la gente en base a una significativa inversión económica.
Aquellos, cuyas fortunas de origen dudoso, que le estregan en la cara de la gente sencilla y humilde, sus nuevos gustos a las bebidas costosas, y los platillos exquisitos de los mejores restaurantes de la ciudad.
Y son esos que dentro de su delirio, pretenden erigirse en especies de mesías que buscan a toda costa convertirse en semidioses.
A ese tipo de personas, hay que enfrentarlo, hay que denunciarlos ante el pueblo, ese pueblo noble que hasta ahora se ha tragado un montón de mentiras.
Mentiras y falsas poses, que muchos de nosotros nos hemos tragado y hasta en ocasiones hemos caído en el error de destacar “atributos” que no tienen.
Seguiremos con el tema, porque solo habrá tregua en diciembre de cada año, si así Dios lo permite.
El autor es comunicador, con 30 años en los medios, actualmente director de MS.COM.DO, y conductor del programa de Televisión Con Marcos Santos, que se difunde por el canal 8 de Telenord.