Nuestra corresponsal en Bruselas, Esther Herrera, señala que no hay que descartar que la actual Eurocámara, más orientada hacia la derecha, no apruebe el Acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur tras su eventual firma por los países. Los detractores denuncian competencia desleal y desestabilización en las industrias europeas si se aprueba el acuerdo.
Los agricultores franceses han expresado su descontento mediante un grito de cólera, organizando más de 80 actos simbólicos y movilizaciones en paralelo al inicio de la Cumbre del G20 en Brasil, para protestar contra la eventual firma del Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y el Mercosur.
Este tratado es rechazado por numerosos agricultores, como explica Sophie, una de ellos.
«Aquí en Francia nos piden garantizar el bienestar animal, es decir, una cantidad de metros cuadrados por animal que debemos respetar para que la manada no tenga miedo. Te reto a encontrar la forma de medir estas normas en un bovino que viene de Brasil», sostiene Sophie.
Además, critica los productos de los países del Mercosur «porque no se fabrican según nuestros estándares. Es competencia desleal», concluye.
Los detractores de este acuerdo afirman que, al eliminar los derechos de aduana, el Tratado de Libre Comercio permitiría la importación de productos agrícolas producidos bajo normas sociales, medioambientales e incluso sanitarias diferentes de las vigentes en la Unión Europea, lo que generaría competencia desleal y desestabilización en las industrias europeas.
Contexto histórico
En este contexto, Esther Herrera recuerda que «históricamente, Irlanda, los Países Bajos y Francia han sido los principales opositores a este acuerdo, que lleva prácticamente 25 años de negociaciones. El tratado técnicamente no requiere la aprobación unánime de todos los países. De hecho, la Comisión Europea podría seguir adelante con el pacto si lo deseara, pero Bruselas no quiere avanzar sin el apoyo de Francia, cuyo gobierno es el más reacio».
Por otro lado, los intereses europeos están en otros sectores, como apunta nuestra corresponsal.
«A la Unión Europea le interesa especialmente un mercado donde pueda exportar vehículos sin aranceles. Actualmente, el sector automotriz atraviesa una profunda crisis en Europa. Mientras tanto, Argentina y Brasil buscan ampliar su mercado agrícola y de exportación de carne, lo que provoca el temor de los agricultores europeos. La visión de la Unión Europea es que hay que abrirse al mundo, más aún tras la victoria de Donald Trump en Estados Unidos», agrega Herrera.
Respecto a la oposición de París, nuestra corresponsal señala que «el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, cree que podría firmarse el acuerdo pronto, pero insiste en la necesidad de contar con Francia para su aprobación. Este es un acuerdo extremadamente complejo, el mayor a nivel comercial firmado hasta ahora por la Unión Europea. Para calmar las preocupaciones, Bruselas ha estado negociando salvaguardas en las últimas semanas para tranquilizar a los sectores agrícola y ganadero. La Comisión Europea, además, insiste en que este acuerdo es mejor que el cerrado en 2020″, precisa Herrera.
Finalmente, sobre el posible desenlace en la Eurocámara, Esther Herrera se muestra prudente.
«Hace cuatro años, el Parlamento Europeo pidió cambios en el acuerdo, pero ahora, con una Eurocámara más inclinada hacia la derecha, donde muchos grupos defienden el proteccionismo comercial, existen serias dudas de que el acuerdo obtenga una mayoría, incluso si es firmado por los países», concluye.