Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre y eso es lo que parece entender un grupo de caninos que a diario circundan el Altar de la Patria donde descansan los retos de los patricios.
En los laterales se la pasan durmiendo y en expectativa. En ocasiones reciben caricias de turistas que no conocen la palabra “realengo” ni “viralatas”.
Ellos viven en la vieja ciudad sin ser molestados, no se conoce de agresiones a las personas, solo viven como en familia, sin peleas ni amenaza a caminantes. Caminan por las viejas calles de la ciudad amuralladas y algunos buenos samaritanos les da de comer o se alimentan de las sobras en zafacones, pero viven y están gordos. Mientras tanto ni la Alcaldía ni ninguna autoridad se ha interesado por ellos… y ya son parte de la cotidianidad de Ciudad Colonial, se pasean como Pedro por su casa por calles como El Conde y otras.
Un albergue
Un albergue para animales han sido las promesas de campaña de los políticos que han pasado por la Alcaldía y de otros como regidores y aspirantes, pero nunca se ha concretizado. En una ocasión se intentó construir un albergue en la avenida Cayetano Germosén, pero vecinos se opusieron y el proyecto quedó en el limbo.
Las autoridades alegan falta de espacio para construirles una casa, mientras tanto se reproducen con la verdolaga.