Para mitigar los efectos de los ruidos en la Ciudad Colonial, la Asociación de Propietarios y Residentes del sector propone una campaña de sensibilización ciudadana y mayor fiscalización sobre los permisos de uso de suelo por parte de las autoridades competentes.
Esas fueron parte de las conclusiones del conversatorio realizado por la Asociación de Propietarios y Residentes de Ciudad Colonial. El encuentro no solo puso de manifiesto el impacto del ruido en los residentes del centro histórico del país, sino también que sentó las bases para avanzar en acciones que prioricen la convivencia y el bienestar.
La jornada denominada:»Hacia una Ciudad Colonial Libre de Ruido: Soluciones y Acciones”, participaron representantes de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (Unphu), el Grupo Vecinos Contra el Ruido, de la Alcaldía del Distrito Nacional, del Programa de Desarrollo Integral Turístico y Urbano para la Ciudad Colonial (Mitur/BID) y el Clúster Turístico de Santo Domingo.
Durante el conversatorio fue presentado un mapeo de ruido en el lugar, realizada por el profesor Moisés Álvarez, de la Unphu, con la colaboración de estudiantes y ciudadanos. El estudio ha comenzado a documentar las zonas más afectadas por la contaminación acústica en el Centro Histórico, sirviendo como base para futuras estrategias de mitigación.
Vecinos de la Ciudad Colonial hablaron de las principales fuentes de ruido que les afectan, como es la música de negocios que usan los patios y las azoteas, colmados, iglesias evangélicas, grupos de peñas de motoristas o conciertos improvisados en los espacios públicos como es el caso del Parque Colón los domingos. En tal sentido, expresaron la necesidad de una mayor presencia de las autoridades municipales, Policía Nacional y Digesett, sobre todo, los fines de semana.
Los perros de Ciudad Colonial
Perros deambulan por las calles de Ciudad Colonial. (FUENTE EXTERNA)
Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre y eso es lo que parecen entender un grupo de caninos que a diario circundan el Altar de la Patria, donde descansan los retos de los padres de la Patria. En los laterales se la pasan durmiendo y en expectativas. En ocasiones reciben caricias de turistas que no conocen la palabra “realengo” ni “viralatas”.
Ellos viven en la vieja ciudad sin ser molestados, no se conoce de agresiones a las personas, solo viven como en familia, sin peleas ni amenaza a caminantes. Caminan libremente por las viejas calles y algunos buenos samaritanos les dan de comer o se alimentan de las sobras en zafacones, pero viven y están gordos.
Mientras tanto la Alcaldía del Distrito Nacional ni ninguna autoridad se ha interesado por ellos y ya son parte de la cotidianidad de Ciudad Colonial.