En un campo nevado de la región de Cherníguiv veteranos de guerra ucranianos con discapacidades o mutilaciones reciben instrucción en el manejo de vehículos de desminado para contribuir a resolver así dos de los retos más acuciantes a los que se enfrenta el país: limpiar de explosivos cerca de 140,000 kilómetros cuadrados y reintegrar en la sociedad a los muchos militares que han sacrificado una parte de sus vidas para defender Ucrania.
“Antes de empezar este programa estaba sentado en casa sin hacer nada. Para mí es como volver a vivir y a sentirme útil para la sociedad”, dice visiblemente emocionado a EFE Serguí Borisenko, padre divorciado de un adolescente de 14 años.
Borisenko camina apoyándose en una muleta y perdió parcialmente la capacidad auditiva al sufrir una fuerte contusión mientras luchaba contra las fuerzas rusas en el frente nororiental de Járkov.
Bajo la guía de un instructor que también cayó herido en combate y ahora trabaja en la formación de otros veteranos en su situación, Borisenko conduce a distancia con un mando de control remoto una máquina de desminado azul fabricada por una empresa croata para la neutralización de explosivos.
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“Es más fácil de manejar que la pequeña”, señala con gesto concentrado y mirada curiosa en referencia al otro vehículo que aprenden a manejar los veteranos, la máquina de desminado de diseño y fabricación cien por cien ucraniana Zmii (serpiente).
La clase práctica en el uso del Zmii -que según el Gobierno ucraniano, que la homologó este otoño, puede limpiar dos hectáreas y media en una hora- la ofrece uno de sus inventores, el joven ingeniero de sofware Boris Drozhak.
“Cualquiera puede comprar uno; los precios parten de los 14.500 dólares y el Gobierno ucraniano paga más de mil dólares por hectárea desminada”, señala Drozhak a EFE sobre una de las salidas laborales o de negocio que se les abren a quienes completen el curso y obtengan así permiso para emplear el vehículo en labores de desminado.
Nuevos puestos de trabajo
Datos del Ministerio de Economía ucraniano muestran que el precio medio que se paga por la limpieza de una hectárea de terreno agrícola es de más de 1.200 dólares. Los interesados en acceder a estos contratos públicos deben pujar antes en una subasta pública en la que se fija el precio.
Según declaró a EFE el viceministro de Economía, Igor Bezkaravaini, este tipo de procesos impulsan el desarrollo de una industria propia de desminado al tiempo que crean nuevos puestos de trabajo y aceleran la capacidad de limpiar los territorios ucranianos potencialmente contaminados por explosivos, que exceden en superficie a países europeos como Grecia, Bulgaria, Islandia, Hungría o Portugal.
Uno de los militares desmovilizados que ya han completado la parte teórica y empiezan ahora la práctica en la región de Cherníguiv es Oleksandr Zhuravel, de 34 años, que camina con una prótesis tras perder parte de la pierna derecha el año pasado por heridas sufridas en Soledar de la región oriental de Donetsk.
“Para mí es algo nuevo que puede darme una oportunidad de trabajo”, dice a EFE el antiguo militar sobre el programa, que ha sido financiado por el Gobierno sueco.
Un paso clave hacia la recuperación de Ucrania
Borisenko y Zhuravel son dos de los 12 veteranos seleccionados para esta iniciativa de la ONU y la Fundación Suiza de Desminado, una oenegé con casi tres décadas de experiencia en operaciones de desminado en todo el mundo que hoy trabaja en cinco regiones de Ucrania y emplea a unas seiscientas personas para limpiar de artefactos explosivos el país invadido por Rusia.
Diversas fundaciones privadas ucranianas y extranjeras trabajan junto al Estado y a estructuras internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en iniciativas similares a la que tiene lugar en Cherníguiv para transformar a veteranos de guerra en profesionales del desminado.
“La acción contra las minas es un paso clave para la recuperación de Ucrania, y lo que estamos haciendo con nuestros colaboradores es ofrecer a este sector las capacidades que tanto necesita y dar al mismo tiempo a los veteranos una nueva oportunidad de continuar ayudando a Ucrania”, dice a EFE Naomi Konza, responsable de las actividades de desminado en Ucrania del PNUD, una de las entidades organizadoras del curso de Cherníguiv.
Financiado por el UE y por los Gobiernos de España y de otros diecisiete países occidentales, el programa de acción para el desminado del PNUD que dirige Konza tiene una asignación de más de 57 millones de dólares para apoyar la limpieza de explosivos en Ucrania.