Tras la caída del régimen de Bashar al-Asad en Damasco, las facciones rebeldes han llamado a los refugiados, exiliados y expatriados sirios, estimados en seis millones de personas —de las cuales dos millones se encuentran en el Líbano— a regresar a su país.
Contra todo pronóstico, este anuncio ha provocado un movimiento inverso. Informe de Paul Khalifeh, corresponsal de RFI en Beirut.
Se estima que desde el 8 de diciembre, tras la caída del régimen sirio de Assad, cerca de 90,000 personas han cruzado la frontera entre Siria y Líbano.
De ellas, dos tercios son sirios, principalmente chiitas, originarios de Sayida Zeinab, al sur de Damasco, así como de las regiones de Nobol y Zahraa, al norte de Alepo. También se cuentan varios miles de alauitas provenientes de Homs, además de unos cientos de cristianos que han buscado refugio en el Líbano.
El tercio restante está compuesto por libaneses divididos en dos grupos distintos. Por un lado, están los habitantes de aldeas libanesas situadas en territorio sirio, en la región de la cuenca del Orontes, donde habían vivido desde siempre.
Estas poblaciones huyeron por temor a represalias o abusos cometidos por los rebeldes. Por otro lado, combatientes de Hezbolá y sus familias, quienes en los últimos años habían sido alentados a establecerse en la región siria de Quseir y en la provincia de Homs, abandonaron sus hogares para refugiarse en el Líbano.
El estatus de los desplazados está aún sin resolver
La mayoría de los desplazados sirios y libaneses se ha instalado en zonas fronterizas, particularmente en Hermel, un bastión de Hezbolá ubicado en el extremo norte de la llanura de la Bekaa, o en Baalbek, más al sur.
Los desplazados libaneses cuentan con la ayuda de las estructuras sociales de Hezbolá y del gobierno, que ha movilizado parte de los fondos internacionales recibidos durante la guerra para brindarles asistencia.
En cambio, los desplazados sirios no han recibido ningún apoyo del Estado libanés, que se niega a concederles el estatus oficial de refugiados. Actualmente, están alojados en mezquitas o centros religiosos chiitas y dependen únicamente de la ayuda de asociaciones locales.
Las ONG internacionales y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) solo intervendrán si estos desplazados son reconocidos como refugiados, un estatus que las autoridades libanesas rechazan categóricamente.
¿Fuga de altos funcionarios sirios?
En cuanto a las figuras del antiguo régimen sirio, fuentes de seguridad afirman que el Líbano no es un santuario para los altos responsables del régimen de Bashar al-Asad. Aunque algunos han logrado entrar clandestinamente, su número es limitado y su seguridad en el país sigue siendo incierta.
En cambio, varios empresarios y personalidades cercanas al antiguo régimen han llegado legalmente al Líbano. Sin embargo, no planean establecerse allí de manera permanente. Estas personas parecen estar de paso mientras obtienen visados o documentos de viaje hacia destinos como Emiratos Árabes Unidos, Irak o Egipto.