Un acuerdo de alto el fuego en Gaza parece al alcance de la mano entre Israel y Hamás. Nunca desde el comienzo de la guerra habían estado ambas partes tan cerca de concluir un entendimiento que permitiera detener los combates y liberar a los rehenes israelíes y a los prisioneros palestinos.
¿Qué ha permitido este avance? El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca la próxima semana.
Según los medios de comunicación israelíes, Donald Trump está ejerciendo la máxima presión sobre Benjamin Netanyahu y Hamás para que firmen este acuerdo de alto el fuego. El método de Trump es el método fuerte: no más conversaciones interminables entre Israel y Hamás.
Donald Trump quiere algo concreto y lo está haciendo saber. Incluso antes de su regreso oficial a la Casa Blanca, confió esta misión a su enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff.
Conversación brutal
Según informan los medios israelíes, Steve Witkoff se reunió con Benjamin Netanyahu. “Nada de diplomacia. Nada de eufemismos. La conversación fue brutal”, detalla una fuente diplomática israelí en el diario de izquierda Haaretz.
Y el futuro enviado de la Administración Trump para Oriente Próximo transmitió este mensaje: “A nadie le interesa bloquear el acuerdo de aquí al 20 de enero”. Esa es la fecha de la toma de posesión de Donald Trump.
A grandes rasgos, el acuerdo prevé el cese de los combates en Gaza, la liberación inicial de una treintena de rehenes israelíes y de varios centenares de detenidos palestinos.
Así como el regreso de los gazatíes desplazados al norte del enclave. Para Benjamin Netanyahu y sus ministros de extrema derecha, se trata de un balde de agua fría. Algunos de ellos ya codiciaban Gaza y esperaban poder anexionarse el enclave palestino.
El indignado ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, denunció públicamente el acuerdo, calificándolo de “capitulación”. Pidió a su colega de extrema derecha, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, que se uniera a él para hacer caer el gobierno de Netanyahu.