Buscar la tumba de Cleopatra no es solo un reto histórico, sino también físico y emocional. Así lo revela la arqueóloga dominicana Kathleen Martínez, quien desde hace años encabeza una de las expediciones más ambiciosas del mundo en el templo de Taposiris Magna, Egipto, enfrentando peligros que van desde ataques de animales marinos hasta excavaciones en túneles con serpientes y escorpiones.
Martínez relató que en una de las más recientes exploraciones submarinas, fue atacada por una mantarraya (sic), que le produjo una descarga eléctrica. “Estamos trabajando en una zona de bandera negra, mar abierto, aunque solo tiene 12 metros de profundidad.
Nota del editor: posiblemente Martínez se refería a las rayas eléctricas, especies marinas similares en forma a las mantarrayas. Sin embargo, son mucho más pequeñas y habitan en las zonas costeras. En Egipto, habitan las rayas eléctricas.
Es peligrosa por las corrientes y por los animales. Las mantarrayas son frecuentes, y una me hirió directamente”, explicó al periodista Héctor Herrera D’Agenda.
Los trabajos bajo tierra no son menos arriesgados. La arqueóloga detalló que en los túneles descubiertos por su equipo, los niveles de humedad son tan extremos que ningún trabajador puede permanecer más de cuatro horas.
“Comienzan a dolerte las coyunturas como si estuvieras bajo el agua. Además, hay peligro de serpientes y escorpiones, y pocos se atreven a entrar. Solo los más jóvenes, sin familia, lo hacen por temporada”, narró.
A pesar de los desafíos, Martínez se mantiene firme en su propósito: “Me mueve una gran pasión y la convicción de que estoy trabajando en el lugar correcto. Ya hemos cambiado la historia del sitio y aportado a la arquitectura de los templos egipcios. Es solo cuestión de tiempo para hallar lo que buscamos”.
Uno de los momentos más importantes del proyecto fue la incorporación del oceanógrafo Robert Ballard, descubridor del Titanic, a las labores subacuáticas.
Fascinado por el trabajo del equipo dominicano, Ballard respondió personalmente el mensaje de Martínez y decidió unirse al proyecto, junto a otros científicos como el doctor Larry Mayer de la Universidad de New Hampshire.
“El doctor Ballard me dijo que su epitafio diría que descubrió el Titanic, más de 150 barcos sumergidos, pero quería también a Cleopatra. Desde entonces trabajamos juntos en la parte subacuática del proyecto”, expresó Martínez, destacando que la Marina egipcia incluso se sumó al esfuerzo y facilitó mapas confidenciales que ayudaron a ubicar cinco nuevos puntos de excavación.
Ha rechazado financiamiento
A pesar de tener ofertas de financiamiento de prestigiosas universidades estadounidenses y europeas, Martínez ha rechazado todas. Su objetivo es mantener el proyecto con identidad dominicana, aunque eso signifique enfrentar limitaciones presupuestarias.
“Las universidades extranjeras pondrían su nacionalidad en las piezas encontradas. Yo quiero que sea un proyecto dominicano, y que cuando esas piezas estén en los museos del mundo, lleven nuestra bandera”, dijo con firmeza.
Hasta ahora, el equipo ha hallado más de tres mil piezas, algunas de las cuales han recorrido importantes museos de Estados Unidos gracias a National Geographic, siempre bajo la representación dominicana.
Martínez, la única mujer latinoamericana con licencia para excavar en Egipto, ha declarado su intención de formar a jóvenes arqueólogos dominicanos y latinoamericanos, utilizando el sitio de Taposiris Magna como escuela práctica.
Con apoyo técnico, pero sin ceder la dirección del proyecto, trabaja con instituciones como la Universidad de Oxford que donan equipos y profesores para entrenamientos especializados.
Consciente de los riesgos y sacrificios que conlleva su misión, Kathleen Martínez reafirma su compromiso: “Todos los faraones del periodo griego están desaparecidos. Estoy convencida de que trabajo en el lugar correcto. Lo vamos a lograr”.