Cuando el alto el fuego entre Israel y Hamás entró en vigor el domingo 19 de enero, el ministro israelí de extrema derecha Itamar Ben Gvir y su partido Fuerza Judía anunciaron por la mañana su salida del gobierno israelí.
Aunque la medida no consiguió derribar la coalición, debilitó mucho al ejecutivo y al primer ministro Benjamin Netanyahu, que sólo puede contar con 62 de los 120 diputados. Sin embargo, la otra fuerza extremista amenaza con abandonar la coalición si no se reanuda la guerra.
Las cartas de dimisión de Itamar Ben Gvir y de los demás ministros de su partido ya han sido presentadas, pero tardarán 48 horas en surtir efecto: su partido Fuerza Judía abandona la coalición gubernamental, informa nuestro corresponsal en Jerusalén, Michel Paul.
La firma del acuerdo
Itamar Ben Gvir, hasta ahora ministro de Seguridad Interior, ha cumplido su palabra, tras haber indicado el 16 de enero que dimitía por la firma del acuerdo, que había calificado de “peligroso” e “irresponsable”.
“Tras la aprobación del escandaloso acuerdo con el grupo terrorista Hamás […] los [tres] ministros del partido Fuerza Judía han presentado recientemente sus cartas de dimisión” y “el partido Fuerza Judía ya no es miembro de la coalición”, dice el comunicado.
El anuncio no influye directamente en la aplicación del acuerdo de tregua, especialmente en la primera parte. Pero Benjamin Netanyahu se encuentra con una incómoda mayoría de 62 de los 120 escaños de la Knesset, el Parlamento israelí. Esto plantea riesgos para su supervivencia política.
Para mayor seguridad, los tres ministerios vacantes seguirán en manos del Likud, el partido de Benjamin Netanyahu.
Con su anuncio, el ministro dimisionario y su partido habían querido atraer tras de sí a la otra fuerza de extrema derecha del gobierno.
Sin éxito: el partido Sionismo Religioso permanece en la coalición. Su líder, Bezalel Smotrich, que votó en contra del acuerdo con Hamás, se ha convertido en oposición dentro de la propia coalición.
El grupo extremista del ministro de Finanzas amenaza con derribar el Gobierno si Israel no reanuda la guerra dentro de seis semanas. Es decir, al final de la primera fase del plan de alto el fuego.