En Siria, 13 años de conflicto han provocado el colapso de la infraestructura eléctrica. Desde el comienzo de la guerra civil, el suministro de electricidad ha caído a menos del 25% de los niveles anteriores a la guerra.
Los cortes de electricidad son frecuentes, y la mayoría de la población vive con sólo dos horas de electricidad al día. Restablecer el suministro es una de las prioridades del nuevo gobierno de Damasco.
La luz parpadea, tiembla y luego se apaga. Bajo la única bombilla, unas 15 personas se reúnen alrededor de una estufa en el salón de la familia Alomr.
La mayor, Fátima, explica que no tienen electricidad después de las nueve de la noche, a pesar del panel solar instalado en el tejado. Les costó cuatro años de ahorros comprarlo, pero la electricidad que genera no es suficiente para hacer funcionar la casa todo el día.
“Hay constantes cortes de electricidad”
“Estudiar y lavar la ropa son las dos cosas más complicadas. Aquí hay constantes cortes de electricidad. También es muy difícil conseguir agua, porque la electricidad no es suficiente para hacer funcionar la bomba”, dice Fátima.
Cuando oscurece, cada uno saca de su bolsillo un encendedor con una pequeña luz incorporada en el extremo. Esta será su única fuente de luz esta noche.
“Sólo lo utilizamos para que la familia pueda reunirse y verse con la luz adecuada. Estamos acostumbrados. Llevamos así desde 2014, o 2015, desde que empezó la guerra aquí”, según la joven.
“Completamente vandalizada”
En este barrio, el más pobre de Alepo, todas las familias están afectadas. Karm Al Jazmati ha sido durante mucho tiempo escenario de violentos combates entre los rebeldes y el ejército de Bashar al-Asad.
La central eléctrica de Alepo, una de las más grandes de Siria, ha resultado dañada, y ahora sólo funcionan dos turbinas de cinco. “A causa de los bombardeos, la central fue bombardeada”, explica Emad Abo Ali, gerente del complejo.
Los agujeros de metralla en las paredes recuerdan la reciente guerra civil. Esta estación estuvo en manos del grupo Estado Islámico entre 2013 y 2016 antes de ser tomada de nuevo por el régimen.
“La estación fue completamente vandalizada y luego saboteada por ambos bandos. Primero la saboteó el Estado Islámico cuando se marchó. Luego lo volvió a hacer el régimen cuando llegó. Miren los transformadores, ¡miren el estado de esta estación! Lo han robado todo, el cobre, los cables, todo”, se lamenta el gerente.
“Aumentar la cantidad de energía disponible”
El objetivo del nuevo gobierno de Damasco es aumentar la producción de electricidad de 1.200 a 7,000 megavatios. A principios de enero, la compañía nacional de electricidad anunció que Catar y Turquía enviarían dos barcos para producir electricidad.
“Nuestro principal objetivo hoy es que la situación mejore, para que ya no haya electricidad durante dos horas, sino ocho horas al día”, afirma Mahmud el-Ahmad, director general de la compañía en la región de Alepo. “La segunda etapa consistirá en rehabilitar las centrales eléctricas para aumentar la cantidad de energía disponible”, prosigue.
Durante mucho tiempo, las sanciones impuestas al régimen de Bashar al-Asad dificultaron la importación de petróleo.
Para que la energía vuelva a fluir, el nuevo gobierno pide que se levanten. Según Mahmud el-Ahmad, actualmente se están negociando los primeros acuerdos: “El gas se transportará a través de un gasoducto llamado euro-árabe, que atravesará Jordania. El combustible se transportará por mar desde los países productores de petróleo”, indica.
De momento, los yacimientos de petróleo y gas más importantes del país se encuentran en la región autónoma kurda. Por tanto, escapan al control del gobierno central. La electricidad, vital para la reconstrucción del país tras 13 años de guerra, será una cuestión decisiva en las negociaciones con los kurdos durante las próximas semanas.