Hace ochenta años, el ejército soviético entró en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia. El 27 de enero de 1945, las tropas rusas descubrieron el horror de la Shoah.
Cerca de un millón de judíos murieron en este campo de exterminio entre 1940 y 1945, de los seis millones exterminados por la Alemania nazi.
En el campo también polaco de Treblinka fueron asesinados los abuelos y los tíos de Ita Bartuv, cuyos padres lograron huir antes de ser deportados gracias a la ayuda de la comunidad musulmana.
Para conmemorar el 80 Aniversario de la liberación de Auschwitz, el lunes se organiza en Polonia una ceremonia en presencia de supervivientes del holocausto. Ita Bartuv, que escapó del horror siendo solo una bebé, fue invitada, pero por razones de salud no ha podido viajar desde Israel.
Bartuv, nacida en pleno exterminio nazi, en 1943, perdió a la mayoría de la familia de sus padres en el campo de exterminio de Treblinka, en Polonia.
El 98% de los judíos macedonios fueron exterminados en ese campo donde fueron asesinados 900,000 judíos. En Treblinka fueron asesinados más judíos que en cualquier otro campo de exterminio nazi aparte de Auschwitz.
Allí fueron deportados desde Skopje, Macedonia, sus tíos y abuelos.
“Se los llevaron el 11 de marzo, los metieron en una fábrica de tabaco que se llamaba Monopol y de ahí de los llevaron a Treblinka, bajaban del tren y los llevaban directamente a matar. En dos semanas llegó un telegrama de Alemania diciendo que los judíos de Macedonia ya no existían”, nos explica por teléfono desde su casa en Asdod, en el sur de Tel-Aviv, donde actualmente reside.
Ita y sus padres huyeron de los nazis con identidades musulmanas
Pero no todos fueron deportados y exterminados. Ita y sus padres forman parte del 2% de los judíos macedonios que sobrevivieron y que ahora pueden dar testimonio. Escaparon al horror gracias a que la comunidad musulmana les facilitó identidades falsas con nombres musulmanes y los acogieron en la vecina Albania.
“Mis padres se arrancaron de Skopje, un día antes de que se llevaran a toda la gente. Los albaneses se portaron muy bien con nosotros. A mí me pusieron el nombre falso de Drita (luz en albanés)”, dice.
En 1946, antes de zarpar a Chile, estuvieron en un campo de refugiados en Bari (Italia) con sus padres y su hermana menor y aunque era muy pequeña, Ita se acuerda de las miserias que pasaron.
“Me acuerdo perfectamente, tenía hambre”, cuenta esta mujer de 81 años que guarda intactos unos recuerdos que por muchos años no le contó a nadie y que estuvieron enterrados al igual que su propia identidad.
Una vida con múltiples identidades
En Chile fue a un colegio católico, “me persignaba”, rememora. Cinco idiomas en sus primeros cinco años de vida y múltiples identidades y culturas.
“Hasta los 11 anos no me dijeron que era judía y eso fue un choque para mí”, cuenta. Seis años después también se enteró de que no tenía nacionalidad, de que era apátrida. “Gracias a que mi abuelo en su tiempo había sido ciudadano griego, me dieron el pasaporte y así pude viajar”, asegura.
Hace tan sólo una década que Ita Bartuv comenzó a explicar la historia de su familia. “Un día encontré unas fotos de mis padres, porque yo era como el archivo de la familia y allí decidí encarar mi verdadera identidad, por mis hijos, por mi nieto”, explica.
‘La memoria de la humanidad es muy débil’
“Mi madre nos contaba esa historia como un cuento de hadas, pero nadie sabía que lo había vivido ella”, afirma. Es por eso que Ita estuvo interrogando a su madre durante mucho tiempo para rescatar esa historia del olvido y plasmarla en un libro de memorias que se publicó en Macedonia.
“Hay que decir las cosas como fueron, para que no vuelva a ocurrir, pero me parece que la memoria de la humanidad es muy débil”, se lamenta. Aun así, ella mantiene la esperanza.
“La nueva generación tiene que saber lo que pasó. Uno no puede desligarse del pasado, hay que contar las cosas y no quedarse callado y morirse con los recuerdos”, defiende.
Los ataques sangrientos del Hamás a civiles israelíes el 7 de octubre de 2023 le hicieron revivir viejos demonios y pesadillas. Su nieto fue movilizado por el Ejército israelí.
“Tengo el corazón en la boca, pero al menos ahora podemos defendernos. Ya no somos los corderitos inocentes a los que gasean y queman, ahora podemos defendernos”, concluye.