Rebeldes respaldados por Ruanda que capturaron la ciudad más grande del este de la República Democrática del Congo dijeron el jueves que quieren llevar su lucha a la lejana capital, Kinshasa, mientras el presidente del Congo exhortó a una movilización militar masiva para resistir a la rebelión y su ministro de Defensa rechazó las convocatorias al diálogo.
En un mensaje de video el jueves, el ministro de Defensa del Congo, Guy Kabombo Muadiamvita, dijo que ha ordenado que los planes para cualquier diálogo con los rebeldes “sean completamente quemados de inmediato”.
“Nos quedaremos aquí en el Congo y lucharemos. Si no nos mantenemos vivos aquí, permanezcamos muertos aquí”, declaró Muadiamvita, aliado cercano del presidente del Congo.
En una sesión informativa donde buscaron reafirmar su control sobre la ciudad oriental de Goma y el territorio circundante en la provincia vecina de Kivu del Sur, los rebeldes del M23 dijeron que estarían abiertos al diálogo con el gobierno, algo que también fue propuesto por el bloque regional del oriente de África, del cual Ruanda es miembro.
Sin embargo, su móvil es ganar poder político, reconoció Corneille Nangaa, uno de los líderes políticos del M23, durante la sesión informativa. “Queremos ir a Kinshasa, tomar el poder y encabezar el país”, agregó. No indicó cómo planean los insurgentes avanzar hacia la capital, ubicada a más de 1,500 kilómetros (casi 1,000 millas) de distancia.
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, indicó que habló con el presidente de Angola, Joao Lourenço —un mediador en el conflicto que también se reunió con el líder de la República Democrática del Congo el día anterior—, y ambos mandatarios se comprometieron a trabajar con otros países africanos para solucionar las hostilidades.
El presidente estadounidense Donald Trump dijo que el conflicto es un “problema muy serio” cuando se le preguntó al respecto el jueves, pero se negó a comentar más, y un portavoz de Naciones Unidas indicó que la agencia está “preocupada” por informes de que las fuerzas vecinas de Ruanda han cruzado la frontera en dirección a donde se dice que los rebeldes están avanzando.
Los rebeldes del M23 están respaldados por unos 4,000 soldados de la vecina Ruanda, según expertos de la ONU, mucho más que en 2012, cuando capturaron Goma por primera vez. Son uno de los más de 100 grupos armados que luchan por el control del este rico en minerales del Congo, que alberga vastos depósitos cuyo valor se calcula en 24,000 billones de dólares y que son cruciales para gran parte de la tecnología mundial.
Mientras tanto, el presidente congoleño Félix Tshisekedi exhortó a los jóvenes a alistarse masivamente en las fuerzas armadas, mientras una reunión crucial de países vecinos le pedía al gobierno congoleño que hablara con los rebeldes. El presidente de Ruanda también amenazó con “hacerse cargo” de cualquier enfrentamiento con Sudáfrica, que se ha quejado de que los combates en el este del Congo han causado muertes entre soldados sudafricanos de las fuerzas de paz.
En sus primeras declaraciones públicas desde que los rebeldes del M23 avanzaron hacia Goma el lunes, Tshisekedi se comprometió a que habrá “una respuesta vigorosa y coordinada” de sus fuerzas para repeler a los insurgentes, al tiempo que reafirmó su compromiso con una resolución pacífica.
El jueves se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Jean-Noël Barrot, en Kinshasa, indicó la presidencia congoleña en la red social X, y puso de relieve que París le ha proporcionado un apoyo significativo a la República Democrática del Congo en reuniones recientes de la ONU sobre el tema. «(El Congo) espera un poco más de acción frente a esta crisis”, agregó.
Goma permanecía en gran medida sin electricidad ni agua el jueves, mientras los cuerpos de varios supuestos soldados del gobierno yacían en las calles, horrorizando a los residentes, incluidos niños.
Los rebeldes del M23 escoltaron a unos 2,000 soldados y policías del gobierno —que dijeron se habían rendido— a un lugar no revelado, y algunos insurgentes entonaban canciones anti-Tshisekedi.
El coordinador humanitario de la ONU en el Congo indicó que los servicios básicos están en gran medida paralizados en Goma, un crucial centro humanitario para más de 6 millones de personas desplazadas por el conflicto.
“Después de varios días de intensos enfrentamientos, ahora la ciudad (enfrenta) necesidades humanitarias masivas y capacidades de respuesta gravemente afectadas”, declaró Bruno Lemarquis, el coordinador humanitario.
En tomas de video de Goma era posible ver a residentes llevando alimentos y bienes saqueados de tiendas y almacenes en la ciudad.
“Esto es algo que va a exacerbar un ciclo peligroso de violencia, ya que tiempos desesperados requieren medidas desesperadas”, observó el jueves Cynthia Jones, coordinadora de emergencias del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en el este del Congo.
Después de capturar gran parte de Goma, los insurgentes avanzaban hacia la capital provincial de Kivu del Sur, Bukavu, causando miedo y pánico entre los residentes, dijeron testigos el jueves.
Néné Bintou, una líder de la sociedad civil, relató que se escucharon disparos y explosiones en Mukwinja, un pueblo capturado que se encuentra a 135 kilómetros (86 millas) de Bukavu.
Las fuerzas armadas congoleñas se han debilitado después de que cientos de contratistas militares extranjeros se retiraron y entregaron sus armas a los rebeldes. Los residentes de Goma describieron haber visto a soldados cambiándose a ropa de civil y deponiendo sus armas mientras cruzaban la frontera hacia Ruanda o se refugiaban en bases extranjeras de fuerzas de paz.
“Las bases militares (congoleñas) en Bukavu han sido vaciadas para reforzar las de Nyabibwe, Bushushu y Nyamukubi” en el camino hacia la capital, dijo un líder juvenil, quien habló a condición de guardar el anonimato porque le preocupaba su seguridad.
Un cumbre del bloque regional de África oriental pidió un alto al fuego inmediato e incondicional en el este del Congo y “exhortó fuertemente” al gobierno de Tshisekedi a mantener conversaciones con los rebeldes. Fue llamativa la ausencia de Tshisekedi de la cumbre virtual a la que asistió Ruanda, también miembro.
Mientras países africanos, así como la ONU y Estados Unidos, han exhortado a que haya un alto al fuego inmediato, se ha incrementado el riesgo de que se desate una guerra regional, dicen analistas, exacerbado por el avance de los rebeldes hacia Kivu del Sur y las diatribas entre funcionarios ruandeses y sudafricanos. La República Democrática del Congo es miembro del bloque regional del sur de África y también del de África oriental, cuya fuerza de mantenimiento de la paz expulsó el año pasado tras considerarla ineficaz.
El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa culpó a la “milicia de la Fuerza de Defensa de Ruanda” por los combates que han resultado en la muerte de 13 soldados de paz sudafricanos en el este del Congo. Dijo también que su gobierno se asegurará de que los soldados de paz tengan “apoyo suficiente durante esta misión crucial”.
Su comentario provocó una respuesta airada de Kagame, quien dijo que los soldados de paz sudafricanos son una “fuerza beligerante” que trabaja junto a grupos armados que apuntan a Ruanda.
“Si Sudáfrica prefiere la confrontación, Ruanda tratará el asunto en ese contexto cualquier día”, declaró el gobernante ruandés en la red social X.
La situación caótica con el M23 tiene sus raíces en el conflicto étnico, que se remonta décadas atrás al genocidio de 1994 en Ruanda, cuando 800.000 tutsis y otros fueron asesinados por hutus y exmilicianos. El M23 dice que está defendiendo a la etnia tutsi en el Congo. Ruanda ha dicho que los tutsis están siendo perseguidos por hutus y otros involucrados en el genocidio. Muchos hutus huyeron al Congo después de 1994.
A diferencia de 2012, cuando los rebeldes tomaron el Congo durante días, los observadores dicen que su retirada podría ser más difícil ahora. Los rebeldes han sido envalentonados por Ruanda, que siente que el Congo está ignorando sus intereses en la región e incumplió las exigencias de acuerdos de paz anteriores, según Murithi Mutiga, director del programa para África en el Crisis Group, un centro de investigación.
“En última instancia, esto es un fracaso de la mediación africana (porque) las señales de advertencia siempre estuvieron ahí. Kigali estaba adoptando una retórica muy belicosa y el gobierno congoleño también estaba adoptando una retórica muy, muy agresiva”, indicó Mutiga.