Los candidatos presidenciales de Ecuador hicieron un último intento para convencer a los votantes indecisos el jueves, cuando termina una amarga campaña dominada por el aumento de la violencia de los cárteles y la crisis económica.
El presidente Daniel Noboa y su rival izquierdista Luisa González lideraron caravanas de autos y mítines con cientos de simpatizantes antes de la medianoche, fecha límite para detener la campaña rumbo a las votaciones del domingo.
Protegidos con fuertes esquemas de seguridad, los aspirantes favoritos dieron discursos vehementes, animados con música bailable.
«Estamos sobreviviendo, no viviendo», dijo a la AFP Jesús Chávez, un vendedor ambulante de 56 años de Quito, que resume el descontento generalizado por la violencia y una anémica recuperación económica tras la pandemia.
Ecuador, otrora faro de paz en una región conflictiva, ahora está envuelto en una sangrienta guerra territorial entre narcos y mafias internacionales rivales.
Aupado por el grito de «una sola vuelta», Noboa llegó a una atiborrada plaza de toros de Quito.
«El Ecuador ya cambió y quiere seguir cambiando, quiere consolidar el triunfo», dijo el mandatario elegido para completar hasta mayo el período de Guillermo Lasso.
En 2023, el entonces presidente disolvió el Congreso para evitar ser destituido en un juicio político por corrupción y dio paso a elecciones anticipadas.
«Nosotros no somos una promesa. Nosotros somos una realidad», insistió Noboa.
Más temprano en Guayaquil, su némesis González clamó por un «cambio» y tachó al mandatario de «mentiroso».
«¿Ustedes quieren cuatro años más de lo mismo? Ya no resistimos más (…). Nos gobiernan indolentes, nos gobierna gente que no sabe lo que sentimos (…), que no entiende más allá de sus caprichos y sus vanidades», lanzó la izquierdista, quien aspira a ser la primera mujer electa presidenta del país.
Justicia social
Una letanía de bandas compite por el control de las rutas de tráfico de drogas, muy lucrativas y el enlace entre los cultivos de hoja de coca de Colombia y Perú con los clubes nocturnos en Europa y Estados Unidos. Gran parte de la cocaína sale de los puertos del Pacífico de Ecuador.
La tasa de homicidios del país creció de 6 por cada 100.000 habitantes en 2018 a 38 en 2024, pasando por el récord de 47 en 2023. Eso ahuyentó a los turistas extranjeros y derivó en la migración de decenas de miles de ecuatorianos.
«Hay muertes crueles, asesinatos, crímenes, es una realidad diaria», dijo Chávez, quien ha sido asaltado varias veces en el corazón colonial de Quito.
Casi 14 millones de los 18 millones de ecuatorianos ejercerán el voto obligatorio en las elecciones generales del domingo.
En total, 16 candidatos aparecerán en la papeleta presidencial.
La mayoría tiene una intención de voto de cerca de cero, por lo que la verdadera contienda parece estar entre Noboa, el fotogénico heredero de un imperio bananero, y González, una madre soltera tatuada y delfina del poderoso movimiento izquierdista Revolución Ciudadana.
La campaña de González se ha centrado en sus bastiones costeros y en amasar votos en los barrios más pobres, donde su mentor político, el exiliado expresidente Rafael Correa (2007-2017), se hizo conocido.
Ella ha culpado a Noboa de parte del derramamiento de sangre por sus políticas de seguridad de línea dura, con prolongados estados de excepción y militares desplegados en calles, prisiones y fronteras.
«No puede haber paz sin justicia social, no puede haber paz sin medicina en los hospitales (…) sin presupuesto para la educación y la salud, no puede haber paz sin empleo digno», manifestó.
Enterrar» al viejo país
Noboa, de 37 años, ha apostado por una política de «mano dura» frente a las bandas criminales, y a explotar su imagen juvenil.
«Voten (…) para de una vez enterrar a ese viejo país, enterrar a ese poco de viejos que nos han hecho la vida imposible y que han impedido su progreso», dijo entre gritos, aplausos y banderas moradas.
En los mitines sus seguidores hacen cola para recuperar una de las tantas figuras del mandatario en tamaño real que se reparten en todo el país desde la campaña que lo llevó al poder en 2023.
Con pantalones cortos o vestido de manera informal con los brazos cruzados, la figura ha sido utilizada por la oposición para llamarlo «presidente de cartón».
En la capital rodeada de volcanes, sus camiones morados atravesaron arterias principales difundiendo bulliciosa música en homenaje al joven presidente. Algunos transeúntes movían las caderas en señal de apoyo.
En campaña caminó con la camisa desabrochada hombro a hombro con soldados fuertemente armados, y usó chaleco antibalas mientras lideraba espectaculares operaciones de seguridad.
La mayoría de los sondeos muestran que lleva una ventaja sobre González, pero podría no ser suficiente para evitar una segunda vuelta en abril.