Los principales vulcanólogos de Japón han lanzado una solemne advertencia a la población para que se prepare ante una erupción del monte Fuji, que podría producirse en cualquier momento. Esta temida catástrofe podría afectar a uno de cada tres japoneses, incluidos los 40 millones de habitantes de Tokio y sus vastos suburbios.
El “Fuji-san”, como se le conoce en el archipiélago, está a sólo 90 kilómetros de la capital. Si entrara en erupción, más de 800,000 personas que viven cerca de la montaña más famosa de Japón tendrían que evacuarse.
Entre ellos, los 120,000 residentes de las localidades situadas a los pies del volcán sólo tendrían tres horas para buscar refugio, ya que después los flujos de lava devastarían toda la zona.
«Además, toda la región de Tokio quedaría en la oscuridad por casi 500 millones de metros cúbicos de ceniza volcánica, lo que causaría enormes problemas. Estas cenizas harían intransitable la red de carreteras y, al acumularse en cables y transformadores eléctricos, podrían provocar cortos circuitos en cascada que inmovilizarán trenes y metros», advierte Toshitsugu Fujii.
Fujii, que preside el comité de expertos creado por el gobierno, también advierte que «podrían incluso provocar un apagón eléctrico. No podemos descartar este riesgo en absoluto, así que tenemos que estar preparados».
Recomendaciones de las autoridades
Las autoridades han aconsejado a la población que se aprovisione de víveres. Lo ideal sería que la gente tuviera suficiente comida y bebida en sus despensas para 15 días, que es lo que probablemente duraría la erupción.
Además, es probable que se imponga el confinamiento obligatorio, como durante la pandemia de Covid-19, ya que la calidad del aire sería pésima debido a la ceniza. Los médicos calculan que 12 millones de personas sufrirán graves problemas de salud como consecuencia de la sopa de guisantes, incluidos problemas respiratorios y oculares.
La atención médica se complicaría si los hospitales quedan sumidos en la oscuridad y sus equipos dejan de funcionar por falta de electricidad.
“Estoy atónito: nunca imaginé que pudiera ocurrir una catástrofe así”, dijo un tokiota. «¡Millones de personas impedidas de ir a la escuela o al trabajo! No me lo puedo creer…», decía conmocionada una colegiala.
“El monte Fuji es un lugar turístico muy popular, así que si se produce una erupción, tendremos que acudir en ayuda de miles de visitantes extranjeros, la mayoría de los cuales no hablan ni una palabra de japonés”, se preocupa un transeúnte, para quien “será un caos”.
Los expertos subrayan que es imposible predecir cuándo se producirá esta erupción, lo que aumenta la ansiedad de la población. En el pasado, el monte Fuji ha entrado en erupción 180 veces, aproximadamente una vez cada treinta o cuarenta años. Pero la erupción más reciente se remonta a varios siglos atrás, a 1707.
Así que, según los vulcanólogos, teniendo en cuenta tanto este inusual lapso de tiempo entre erupciones como el hecho de que el Fuji sigue siendo un volcán activo, estadísticamente hablando -en términos de probabilidad- cada día que pasa aumenta el riesgo de que se produzca una catástrofe de este tipo.
Y cuando llegue el momento, el coste para la economía japonesa será astronómico.