POR NARCISO ISA CONDE.- A raíz de las elecciones presidenciales y congresuales del pasado 19 de mayo, se habló hasta el hartazgo de una supuesta fiesta de la democracia.
El elogio, que siempre se repite, estuvo a cargo de sus principales protagonistas, comunicadores, funcionarios electorales, dirigentes políticos y observadores nacionales e internacionales.
Hablaron de una fiesta por algo que no existe.
Aquí impera una partidocracia corrompida y corruptora, subordinada todas sus facciones al gran capital privado que hace las veces de plutocracia o poder del dinero; ahora detentadora de las principales funciones ejecutivas del Estado
A esa supuesta democracia se le llama representativa y resulta que la representación por vía electoral opera como poder sin control social.
Se vota, pero no se elige; y tampoco se cumple con lo prometido.
La elección la hace el sistema de partido, plegado a la burguesía transnacional y local, incluida la narco-burguesía y la cleptocracia.
Las candidaturas son financiadas por cuatro fuentes: 1) el estado, que lo hace legalmente por la vía de la autoridad electoral y a favor de los partidos grandes y ricos, e ilegalmente recurriendo al uso abusivo del poder estatal y sus enormes recursos; 2) las corporaciones privadas que invierten para sacar enormes beneficios; 3) los carteles de la droga; y 4) los clanes políticos poseedores con los dineros robados durante administraciones pasadas.
Los dueños del sistema electoral convierten la ciudadanía en clientela, las votaciones en mercados y los partidos en compañías por acciones. El partido de gobierno usa impunemente el estado como botín a su favor.
Los representantes electos se alzan con el santo y la limosna, y el pueblo pierde el control de sus votos.
Impunidad
La gran trampa es el sistema y la institucionalidad vigente, pero junto a los mecanismos institucionales abundan muchas otras trampas acompañadas de variadas formas de violencia, que en muchas ocasiones se desbordan y escandalizan, como aconteció en los comicios de febrero.
En otras, las autoridades se ven forzadas a contenerlas y los actores de delitos electorales a encubrirse o maquillarlos, como sucedió ahora.
Así las cosas, una fiesta, que nada tiene que ver con democracia, deviene en una fiesta de la impunidad, la desigualdad, el neo-coloniaje y la hipocresía.
Partidos que deberían estar inhabilitados, concurrieron a unas votaciones con unas leyes hechas por ellos, a su favor.
Candidatos que deberían estar presos, terciaron y una parte de ellos triunfaron.
Esto aconteció en el escenario de una de las sociedades más desiguales de Nuestra América, con todo lo que eso implica en materia electoral y en el marco de tres campañas mega millonarias.
Los sondeos modernos, los medios de última generación para la de inducción del voto, la mercadología de punta, los creadores de imágenes…manipulan tan eficazmente los procesos electorales y los factores de poder, que sus resultados son fabricados previamente a las votaciones y fácilmente predecibles.
Celebración anticipada
Eso le permitió al PRM-Abinader-PR celebrar anticipadamente -y a todo dar y sin riesgo de equívoco alguno- su reelección y la victoria del PRM en primera vuelta en el lujoso Hotel Jaragua.
Se trató de una especie de proclamación festiva sumamente tramposa, violando elegantemente la regla de esperar los cómputos oficiales de la JCE.
Fiesta de alta calidad y de corte trujillista.
Caudillismo moderno en versión de espectáculo de buen gusto, con admirables valores artísticos atrapados por un sistema de privilegios y oportunidades selectivas brindadas por el ostentoso monarca del escenario electoral.
Merengues al neo-caudillo de la nueva Era.
Celebración previa a una reelección en paz, tranquila, civilizada y ordenada.
Mejor organizada que las anteriores, con muchas trampas camufladas.
Con menos violencia o con ella bien escondida.
Precedida de supuestos “debates” o intercambios que mostraron cuánto se parecen PRM-PLD-FP y sus respectivas propuestas.
Neoliberalismo…machismo, racismo anti haitiano, carrera hacia el ultra conservadurismo, nueva colonialidad tutelada por EEUU, desigualdad capitalista extrema a favor de las elites sociales, banalidad cultural por montones, depredación ambiental, y cruzada contra el feminismo, son denominadores comunes.
Resultado
Los resultados oficializados por la JCE estuvieron a tono con las encuestas más confiables y más orgánicas al sistema, producto de una construcción mercadológica del 2020 hasta la fecha.
Sin grandes sorpresas, todo dentro de las probabilidades y las líneas trazadas.
Anuncio de resultados sin calcular la abstención, ni tener en cuenta los grados de ilegitimidad que ella determina; dado que, con una abstención del 46%, el 59% de los votos por Abinader se vuelve el 34 % del total de los inscritos en el padrón votantes, el 29% por Leonel resulta un 14.5 %, y el 10% por Abel representa solo el 6% de padrón electoral. Engaño publicitario muy común.
Ninguno representa la mayoría de la matrícula electoral del país.
La abstención, en continuo crecimiento durante este siglo, con varios componentes, entre ellos un notable desprecio por sistema de partidos político, por la degradación de la política electoral, por el tipo de elecciones y por los malos gobiernos de las últimas décadas, es un factor que el sistema no controla y que para su desgracia determina un significativo y progresivo grado de ilegitimidad escalonada.
Una fiesta sobre esa base no puede ser más que una fiesta por la impunidad de un sistema devenido en un gran fraude, gerenciado por agentes de la desigualdad, el coloniaje moderno y la simulación sin límites.
La facción dominante de ese sistema supo diseñar y construir anticipadamente los resultados plasmados en las urnas el pasado 19 de mayo. Pero de eso pienso escribir en una próxima entrega.