POR MARCOS SANTOS.- Observar las formas de algunos politiqueros contra algunos comunicadores, simplemente da pena y vergüenza.
Los verdaderos políticos, aquellos que procuran el bien común, respetan la comunicación, y a los comunicadores.
Los políticos, siempre le dan la debida importancia al tema de la comunicación y los comunicadores, fomentando una relación de respeto entre ambas partes, aceptando la disidencia a través de las críticas que le puedan a hacer a su figura o la gestión que éste encabeza si fuera el caso.
El político conoce perfectamente hasta dónde debe llegar en su relación con los medios y los comunicadores.
Jamás escucharemos a un político decir que le colocó una publicidad a tal programa.
El político se maneja con prudencia, decencia, y tolerancia.
En el país y en San Francisco de Macorís tenemos muchos ejemplos de verdaderos políticos, quienes siempre han mostrado un comportamiento de respeto hacia los actores de la comunicación.
En cambio, el politiquero es arrogante, prepotente, maleducado, indiscreto, manipulador, chantajista, intrigador, entre otras cosas.
El politiquero tiene el concepto de que colocando una publicidad en un medio de comunicación, está adquiriendo el derecho de que no sea criticado, y en cambio cree que es merecedor de elogios muchas veces inmerecidos.
Al politiquero, le encanta cuestionar la integridad de los comunicadores, a quienes califica de pedigüeños, muertos de hambre, sinvergüenzas, doble moral, intolerantes, y hasta de babosos.
“A ese yo le tengo un anuncito, ese hace lo que yo le diga”, es común escuchar al politiquero rodeado de su corte de lambones y celestinos.
Sin embargo, la historia de la comunicación en San Francisco de Macorís, registra que algunos politiqueros se han enganchado a los medios de comunicación, y esa misma historia cuenta que valiéndose de trafico de influencia consiguen publicidad estatal, la cobran sin tener programa en el aire. Todo un robo al pueblo.
Y así, tienen la cachaza de cuestionar a los medios y comunicadores.
Abogo por una relación de respeto mutuo entre políticos y comunicadores.
Y somos nosotros los que ejercemos la comunicación, los que debemos establecer ciertos criterios para evitar confusiones.
Si ciertos politiqueros pretenden humillarnos atento a su poderío económico, no nos dejemos, y mostremos nuestra dignidad ante semejante ignominia.
Que nunca se confunda el trabajo de prensa o relaciones públicas con el lambonismo.
Para ser relacionista público o director de prensa hay que estar preparado, en cambio para ser lambón, solo hay que tener tiempo disponible y hacerle coro al politiquero en cuestión.
El politiquero le encanta andar rodeado de lambones y celestinos.
Seguiremos con el tema……..
El autor es comunicador, con 30 años en los medios, actualmente director de MS.COM.DO, y conductor del programa de Televisión Con Marcos Santos, que se difunde por el canal 8 de Telenord.